Antología Crítica

1968

MARQUES DE LOZOYA
Club Pueblo Pueblo
Madrid, febrero de 1968
Mi abuela, 1959.
Óleo/lienzo. 61 x 51 cm

Manuel G. Linares, el joven pintor a cuya exposición en el Club sirven de preámbulo estas líneas, es asturiano, como Juan Carreño de Miranda y Darío de Regoyos. Nacido entre el paisaje idílico de Navelgas, bajo la luz acuosa y tamizada del Norte, no se ha dejado arrastrar por el encanto de la suave luminosidad que envuelve prados y montañas, como Darío. Se relaciona, mas bien, con el hidalgo pintor de Carlos II por su pericia de dibujante y su afán por captar la infinita variedad de formas y de actitudes de la figura humana.

Don Gaspar Melchor de Jovellanos, el más insigne entre los hijos de Asturias, reunio en Gijón una de las mas bellas colecciones de dibujos que existían en España. De haber alcanzado nuestro tiempo, Don Gaspar no hubiera dejado de incluir en ella algunas obras de Linares, que le recordarían a los fáciles y certeros dibujos de Goya, que el prócer admiraba tanto. Hay en la colección que ahora expone este pintor novel -nació en 1943- dibujos admirables. En algunos, el artista se complace en seguir el contorno exacto de las cosas, dejando en el espectador una grata impresión de claridad. En otros procede con rápidas pinceladas de aguatinta que dan una impresion prodigiosa de movimiento y de luz.

En este breve estudio hemos dado preferencia a los dibujos sobre los óleos, de técnica apretada y densa y colorido austero, a la española, porque, a mi juicio, como dibujante Linares es un logro y como pintor una gran promesa.

MANUEL AUGUSTO GARCÍA-VINOLAS
Diario Pueblo asturiano
Madrid., febrero de 1968

Cabo Peñas, 1959.
Óleo/lienzo. 61 x 77 cm

Hay una gran pintura "confiada" a este joven que se sitúa en el expresionismo con una carga de color muy grave y sustanciosa. Su pincelada busca siempre, y casi siempre encuentra, ese lugar exacto donde posar para decir con las palabras justas, aquello que el pintor quiere que sepamos. Los temas que trata son robustos y cada cuerpo tiene allí plena conciencia de su peso específico. Figura y paisaje son tratados con la misma soltura de procedimiento, y todo indica que nos hallamos ante la obra de un pintor que pinta en serio. Si algún reparo puedo hacerle a esta obra es para que "gravedad" no se confunda con "oscuridad" porque advierto en ella cierta inclinacion a oscurecer los fondos y a llevarse las figuras por el negro adentro. En los pequenos cuadros, donde se respira un ambiente más diáfano, su pincelada luce en toda su expresion extraordinaria.

Me alegra ver como " asistiendo" a esta pintura de ricas encarnaciones, un dibujo excelente. Garcia Linares sabe decidir el trazo sin secar la línea ni darle rigidez al contorno. Si no abandona, ya sumergido en las delicias del color este noble ejercicio de la linea tendremos en García Linares uno de los grandes dibujantes contemporáneos.

El Club Pueblo hospeda una obra de arte sustanciosa y cargada de razón de ser. Habrá que seguirle los pasos, porque pueden llevarnos muy lejos. 

ANTONIO M. CAMPOY
ABC
Madrid, 20 de febrero de 1968

Estoy de acuerdo con el Marqués de Lozoya: hoy por hoy lo más admirable en G. Linares son sus dibujos, lúcidos ejercicios de un expresionismo atenuado. Su pintura, densa de materia y de muy noble colorido, trae a nuestra nueva figuración el tibio aliento de una personalidad que se proyecta en motivaciones familiares, todo expresado en originalidad y fuerza.

FRANCISCO PRADOS DE LA PLAZA
Diario Arriba
Madrid, febrero de 1968

Vallecas, 1959.
Óleo/lienzo. 46 x 61 cm

Es la primera vez que veo una exposición de este artista, Manuel Linares. Expone ahora en al Club Pueblo, y deduzco que debe de ser joven. Otro signo evidente es que se trata de un gran dibujante, como queda expresado en la serie de dibujos, retratos de niños y adolescentes. Unos dibujos que son estudios de armonía lineal y ejercicio de trazo.

Podríamos dividir esta exposición de Manuel Linares en tres partes bien características. Una la constituyen los dibujos que mencionamos. Otra, una serie de pinturas oscuras ejecutadas sobre lienzos, soportes previamente preparados con rugosidades que prestan su colaboración a los cuadros. La tercera parte la constituye una serie de cuadros de menor formato y de colores más claros, donde es más patente el contraste y la valoración de los cuerpos que integran la composición. Creemos que esta última serie es la obra más reciente del pintor. Es el nuevo camino hallado tras esas experiencias oscuras.

VENANCIO SÁNCHEZ MARÍN
Caja de Ahorros de Asturias
Oviedo, Mayo de 1968

Me interesa la pintura de Manuel García Linares porque toda ella respira sentido de la responsabilidad, de la seriedad. Si algo ya va siendo imperdonable e insufrible es la frivolidad. La frivolidad de los temas, en el tratamiento de la materia, en el último y recóndito propósito de la obra artística ya no es tolerable. El arte no es un juego, ni un placer meramente estético, ni una evasión, ni un olvido del riesgo constante de respirar. El arte es un testimonio fehaciente del ámbito social-histórico en el que el artista, como cualquier hombre, vive y convive con los demás.

Como un hombre, es decir, con hombría, es como pinta Linares. se enfrenta con la problemática expresiva de sus obras no para desfigurar o idealizar la realidad, sino para destacar los rasgos que nos la hagan más patente. Personalmente, voto por aquellas de sus obras en que, directa o indirectamente -a través de la tipología, a través del color-, reconozco o identifico el ambiente asturiano. Son obras, repito, serias y solventes, que pueden ser desplegadas con la gravedad de un documento fidedigno, referido a un tiempo histórico -el nuestro- y a un lugar cuyas características -no las simplemente epidérmicas, sino las profundas- se representan y se evidencian.

Bodegón, 1960.
Óleo/lienzo. 50 x 70 cm

El arte de Linares, enunciado amplia y nebulosamente,. podría ser definido como expresionista. Confirma la definición ciertos lineamientos acusados, algunas gesticulaciones y, por supuesto, un concepto pictórico general que antepone los signos existenciales a las cristalizaciones clásicas de la forma. Pero un examen atento de su pintura nos llevará a concluir que este expresionismo de Linares es subsidiario de su condición realista. O dicho de otra manera: que a Linares le interesa, más que excitar la expresividad, apresar y expresar la realidad.

JOSÉ DE CASTRO ARINES
Hoja del Lunes
Madrid, Noviembre de 1968

Pintura "de la realidad" ésta de García Linares, asturiano, joven, inquieto, expositor de la galería Abril. La realidad que mira a los modos que pueden importar al hombre; la realidad de lo concreto, de los juegos del vivir cotidiano; la realidad que vamos a llamar, para entendernos, "de lo expresivo". Es ésta una realidad con amplia audiencia en el tiempo que nos corresponde vivir y cierto que hay causas abundantes para que esta realidad prenda en la atención pesquisitiva de muchos de nosotros. "No podemos desentendernos -escribe el pintor- de la continua tensión en que vivimos". Ésta es la cuestión, y así va ella por el campo de la pintura de un tiempo a esta parte a pecho descubierto, alumbrando muchos modos nuevos del arte, de los que es muestra activa esta pintura del expositor de Abril. Y con todo este bagaje a cuestas, ¿qué me parece a mí la pintura de García Linares? Me parece muy bien orientada en sus propósitos y obligada a un mayor rigor analítico en el tiempo. Habrá de ser más rigurosamente atendida, sin que para ello se vea obligada a cambiar su oriente. En concreto, me parece bien esta pintura, sin que de momento levante en mí entusiasmos por fuera de lugar.

ADOLFO CASTAÑO
Estafeta Literaria
Madrid, Diciembre de 1968

Me gusta este pintor que expone en la sala Abril. Es decente, serio y sincero. Pinta de una vez, de un tirón, sus pescadoras, sus gentes, sus paisajes. La pincelada es inmediata. El color detenido justo en ese término de discreción que es capaz de dar entidad y no se pasa. La pasta no se agolpa inútilmente. Crece tan solo donde es oportuno.

En esta sala de tradición su presencia me recuerda a la de otro pintor, Joaquín Pacheco, que pintaba, puesto en expresionista también, con la misma libertad e indiferencia por la crítica. Los dos, aquél y éste, están seguros de lo que quieren decir. Hay que dejarle tiempo a García Linares `para ver dónde llega con su talante asturiano.

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