Antología Crítica

1981

Mª SOLEDAD ÁLVAREZ MARTÍNEZ
Salamanca, 1981

La faena, 1970.
Óleo/lienzo. 61 x 77 cm

El primer rasgo definidor de la pintura de Linares es su continua inspiración en la realidad y, precisando aún más, en las tareas cotidianas de la gente campesina, como corresponde a un artista nacido en plena zona rural asturiana.

Es interesante realizar un intento de aproximación a su visión del mundo campesino y al carácter de su realismo. Linares, pese a lo dicho, no es un pintor regionalista; pinta el campo y sus gentes prescindiendo de todo tipo de localismos o folclorismos; la suya es una visión universalizada del fenómeno campesino. En este intento de superación de lo regional para alcanzar lo universal, el artista hace un uso de un estilo en el que triunfa la sobriedad y una acusada labor de síntesis. Así, su trabajo se halla compuesto por figuras y espacio que prescinden de todo detalle anecdótico en favor de lo esencial. Y su esencia reside en la expresividad de unas figuras que acusan el esfuerzo y la dureza del trabajo físico a través de sus cuerpos doblados, sus espaldas curvadas o sus rostros fatigados.

Aumentar Gentes universalizadas, que habitan un espacio también genérico. En este sentido se habla de espacio y no de paisaje, puesto que el artista no pretende en ningún momento concretar la localización de las figuras, sino más bien crear un ámbito espacial de carácter protector. Espacio en el que triunfan los tonos verdes junto con los ocres y dorados que, suavemente fundidos, contribuyen en gran medida a dotar de contenido poético a la visión de la realidad cotidiana campesina.

Esta temática ocupa gran parte d la pintura de Linares y, a pesar de las limitaciones que en un principio pudiera pensarse que le impone, ofrece una evolución que fundamentalmente se basa en el paso de la primacía de las figuras a la del espacio. Así, mientras que en los óleos de etapas precedentes las figuras ocupaban el primer plano, cubrían gran parte de la superficie del lienzo y, representadas de medio cuerpo, ofrecían rasgos fisionómicos más o menos detallados, en las obras actuales se pierden en el espacio, se disponen ocupando un lugar más alejado del espectador, se convierten en pequeñas manchas de color entre los fundidos tonos del fondo, careciendo de fisionomía individual pero sin perder la expresividad que se consigue por medio de la posición, de la composición de los grupos en el espacio y del color.

En resumen, realidad, poesía y gran expresividad, al tiempo que superación de toda referencia localista en favor del universalismo espacial y humano, suponiendo las bases de la obra pictórica de Manuel García Linares.

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