Antología Crítica

1988

EL PUNTO DE LAS ARTES
Estrasburgo, 6 de mayo de 1988

En el horizonte, 1975.
Gouache/papel. 49 x 63 cm

Linares, Manuel García Linares, inaugura exposición en la galería Aktuaryus, de Estrasburgo. Linares, un astur que plasma soledades, exhibe cuadros que son retablos donde la intimidad humana se fija en el contexto de los de un ambiente cargado de materia. Como si el artista quisiese visionar el espíritu que inunda lo creado y al ánima de una personalidad desnuda. Por eso en sus paisajes hay suelo y cielo, y en medio de esa inmensidad el ser humano, uno o pocos, un protagonista pequeño en apariencia que apenas si utiliza un plano del soporte, pero que –“homo sapiens”- puede tener la talla que le ofrezca su imaginación y la propia sensibilidad; suelo para poner los pies, tierra de donde salir; y cielo para situar en la esperanza que siempre es el reto que anima los pasos y mantiene viva la línea de la pervivencia.

Linares es un pintor que se sirve de sus conocimientos técnicos para pintar meditaciones y soliloquios. No es un artista temperamental; él plasma la poética de una intención cuando la sinceridad mira a la mar abierta y aspira o suspira. Por eso sus paisajes están descargados de anécdotas, no hay rastros de barrocos o decorados en la superficie ni un mal barrunto en los espacios. Se siente la respiración en sus tonos limpios, se escucha la música del aire que llega con armonía a la playa de arena fina; no hay contaminación; Linares ha llegado a lo simple que es donde está la fuente de la verdad.

JULIO CARO BAROJA
Prólogo de “Molinos de agua y maquila”
Madrid, 1988

Aldeanas, 1975.
Óleo/lienzo. 70 x 90 cm

He leído con mucho gusto y con tanto o más he examinado las imágenes que sirven de ilustración al texto de Manuel García Linares. Es éste pintor de profesión, ha nacido y vivido en la parte occidental de Asturias y su interés por los molinos de agua ha sido, en primer término, plástico y poético a la vez. Los vio funcionar en los arroyos de Navelgas cuando era chico, oyó canciones y consejas acerca de ellos y se le quedó grabada en la mente la imagen, como pintor, asociada al canto o al relato.

Según es sabido, hubo un momento en España en que casi la totalidad de los molinos de agua dejaron de funcionar, a causa de las leyes generales, por las que se quiso controlar el uso de la harina en momentos de escasez. Ya era yo talludo cuando vi pararse el molino situado cerca de mi casa familiar de Vera. Todo el viejo sistema de canales, presas, ruedas hidráulicas, tolvas, etc, se paralizó. En algunas tierras más apartadas, como la misma de García Linares, los viejos molinos pudieron seguir funcionando.

El uso de las herramientas, las máquinas y las técnicas populares en general, dan hoy ocasión a meditaciones generales con alcance incluso lingüístico. Hay, en efecto, grandes programas para conservar y vitalizar las lenguas vernáculas. Pero en muchos casos, aunque se lleven a cabo con éxito, hay también no algo sino mucho que se pierde de modo inexorable en ellos. Si no se muele desaparece el vocabulario de la molienda; lo mismo pasa si no se hila, si no se teje, si no se usan en la cocina ciertos útiles, en la iluminación de la casa unos o en la agricultura otros.

El uso de las herramientas, las máquinas y las técnicas populares en general, dan hoy ocasión a meditaciones generales con alcance incluso lingüístico. Hay, en efecto, grandes programas para conservar y vitalizar las lenguas vernáculas. Pero en muchos casos, aunque se lleven a cabo con éxito, hay también no algo sino mucho que se pierde de modo inexorable en ellos. Si no se muele desaparece el vocabulario de la molienda; lo mismo pasa si no se hila, si no se teje, si no se usan en la cocina ciertos útiles, en la iluminación de la casa unos o en la agricultura otros.

Hace más de medio siglo y también en el pueblo familiar, empecé a dibujar y estudiar los objetos de uso más común en la vida rural y luego publiqué un libro con el resultado de aquella averiguación. Hoy todo es pura Arqueología. Algo recogí que conservo y que está expuesto en la planta baja de mi casa. No faltan visitantes. Pero resulta que cuando vienen jóvenes que saben vasco mucho mejor que yo y les pregunto cómo se llama este o aquel objeto, no lo saben, como yo lo sé. El lenguaje se carga y se descarga y refleja una vida humana u otra. Nos da pistas siempre para averiguar el origen de las cosas. Pero no quiero extenderme en consideraciones generales. La obre de Manuel García Linares es informativa y será útil para cierta clase de especialistas. Pero creo que, aparte de esta utilidad y de su intención poética y artística, posee otra utilidad menos común. Nos pone en el medio, sobre todo vegetal ,en el que el hombre construyó sus molinos humildes, nos da idea del mundo circundante del mundo intuitivo. Creo que esto es fundamental. Porque un molino de agua de Navelgas puede ser casi igual en su estructura que otro de las Alpujarras. Pero su enclave es otro y todo lo que le rodea también, aunque siempre hay algo misteriosamente común entorno a los molinos, canciones, bailes, dichos acerca de los molineros, etc. En esta obra se recogen también, por último, algunos ejemplos asturianos muy bellos y expresivos, así como un vocabulario de gran interés. ¿Qué más se puede pedir?

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